sábado, 14 de septiembre de 2013

Al final del camino no te sirven ni títulos ni diplomas.

 
Se preguntarán porque siendo una contadora me gusta escribir, pensamientos,  reflexiones,  comentarios, etc. algunas personas me han felicitado, otras se sorprenden y no pueden creer que quien escribe textos y pensamientos bonitos  sea de profesión contable,  les comento que soy una persona muy sensible a todo lo que pasa a mi alrededor, siento el dolor ajeno, además siempre trato de ayudar al mas débil, mi inspiración es ante todo el amor a una pareja, a un semejante, a la naturaleza,  a lo que veo  y escucho, esto no quiere decir que yo sea débil de carácter o de sentimientos,  al contrario tengo una fuerza interna que me impulsa a enfrentarme contra cualquier persona con tal de ayudar al débil, al necesitado, al desprotegido pero a veces no es cuestión de que yo sola pueda hacer cambiar ciertas circunstancias, se necesitan hacer cambios de fondo y de forma, pasando por procesos muy prolongados y de mucha negociación.
 
Quise iniciar con esa parte de mi sensibilidad porque ante todo debemos pensar que va a pasar al final de esta vida,  todos nosotros estamos en proceso de maduración, algunos tienen que pasar por varias pruebas para poder entender cual es el objetivo de su existencia, cuales son sus tareas que tienen asignadas y cuando les va a tocar realizarlas, puede ser el crear una familia, ayudar a su comunidad, enseñar lo aprendido, hacer feliz a una persona, etc.  como dicen por ahí,  nadie aprende en cabeza ajena,  con los años puede llegar la sabiduría de la vida, aunque hay algunos que desde que nacen ya vienen con su camino iluminado, definen pronto sus objetivos y los tienen muy claros en todos los aspectos solo necesitan pulirlos, son como un rubí al bruto sacado de la cantera de la sierra más profunda  de la cordillera,  solo se tiene que ir puliendo para poder brillar a su máximo esplendor.
 
Al final del camino no van a servir los títulos, ni los diplomas obtenidos, nos van a preguntar, tenían hambre y  les diste de comer, tenían frio y los arropaste,  tenían sed y les diste agua, que mas hiciste por ellos. Aunque a veces pasa todo lo contrario, ellos son los que nos dan un ejemplo de vida, tenemos hambre y nos dan de comer, tenemos sed y nos dan de beber y luego entonces porque nosotros como gente preparada no hacemos nada por mejorar su situación económica y de vida, sin que pierdan sus tradiciones, al contrario aprenderlas y enseñárselas a nuestros hijos para que estas hermosas tradiciones ancestrales nunca mueran y que pase de generación en generación.

Cada uno de nosotros sabe perfectamente lo que esta haciendo por sus semejantes o lo que no está haciendo, porque al ayudar a alguien nos ayudamos a nosotros mismos,  por ejemplo cuando escribo una reflexión o pensamientos de actitudes y acciones positivas y las comparto con mis amigos y colegas de mis redes sociales,  al hacerlo me estoy ayudando a mi misma,  porque algunas veces me siento  desprotegida,  desmotivada,  con gran tristeza  y al escribir me ayuda a levantarme y seguir adelante aunque tengan todo en contra mía. 

No sabia que tenia este maravilloso don de escribir,  lo supe cuando sufrí los 5 días más tristes de mi vida y así los rotule en mi primer escrito que hice en hojas de un cuaderno,  fue cuando mi padre murió un mes de Octubre, ahí nació la escritora Ceci González, no soy profesional soy una simple escritora aficionada y la verdad  no les recomiendo leer mi primera historia porque van a llorar como me pasa a mi cada vez que quiero leerla, lo hice con un gran dolor en mi corazón para darle un homenaje al gran hombre que fue mi padre.
 
Mi padre me enseño a trabajar  sembrando y cosechando,  a ensuciarme las manos con tierra de labor, a las tradiciones que le heredaron los abuelos y luego en la ciudad a trabajar con pala y pico para construir un fuerte cimiento de piedra  para sostener un gran casa familiar,  adoraba sus manos callosas y heridas por la jornada del día, porque gracias a ellas yo estaba estudiando,  era mi líder, mi guía, mi maestro de la vida y del trabajo, mi desgracia fue nunca habérselo dicho,  me enseño gran parte de lo que ahora soy, aún enfermo cumplía con su trabajo, desde el inicio de la aurora hasta la llegada de la noche,  él no necesito ir a ninguna escuela para poder ser el gran maestro de la familia que formo.

No solo formo una familia de profesionistas en la ciudad de México, sino su fuerza, responsabilidad y liderazgo le llevaron a realizar grandes labores de crecimiento de su comunidad rural, en Agua Fría de la Sierra Gorda de Querétaro,   nunca los dejo,  siempre estuvo al pendiente de sus bienes y de sus obligaciones.

Tengo un gran reto en la vida, seguir sus pasos y hacer lo que él ya no pudo seguir  haciendo y que de todos los  hijos que tuvo  a mi me lo encargo, como punta de lanza para seguir forjando la grandeza de nuestra comunidad rural donde se junta el cielo y la sierra,  si estimados deben de saber que yo formo parte de esta maravillosa comunidad,  aunque siempre como en toda familia exista el negrito en el arroz.

                                                
Ceci González                  
14-Sept-2013                    
                              

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